martes, 24 de marzo de 2020

ACTIVIDAD 4

Realizar un mapa conceptual con la siguiente información:



Lope de Vega (1562-1635) quien trajo el soneto a España, pero sí quien con su ingeniosa respuesta a la petición de Violante enseñó a generaciones de estudiantes las reglas de esta forma poética: catorce versos, dos cuartetos, dos tercetos… Es por ese juego inteligente, chispeante, lleno de intención por lo que encabezamos con Lope de Vega la historia y selección de sonetos a lo largo de distintos periodos.

Rastreando en los orígenes del soneto, el camino lleva a Italia y culmina con dos figuras del siglo XIV Dante Alighieri (1265-1321) y Petrarca (1304-1374) que en sus poemas de amor hicieron del soneto su mejor arma, gracias a su estructura sencilla especialmente adecuado para la exteriorización de sentimientos. La lírica está de enhorabuena y la nueva tendencia no tarda en asentarse en nuestro país gracias al Marqués de Santillana (1398-1458) y, sobre todo, a Garcilaso de la Vega (1503-1536), militar, políglota, poeta de tendencia renacentista, italianizante, que renovó la temática del soneto alternando, en sus temas, sentimientos amorosos de clara influencia petrarquista, figuras mitológicas y descripciones idealizadas de la naturaleza donde las metáforas (alegre primavera = juventud; dulce fruto = amor; nieve = canas…), las aliteraciones (repetición de letras y sílabas dentro de una palabra o frase) y los símiles proporcionan una enorme fuerza expresiva; además innovó el tamaño silábico del verso con el uso de los endecasílabos ganando mayor fluidez y variedad. Poetas y dramaturgos del Siglo de Oro hacen del soneto bandera con temáticas de todo estilo: sarcásticos, amorosos, satíricos (como el poema A una nariz de Quevedo), morales o filosóficos. Son relevantes Lope de Vega, Góngora (1561-1627), Quevedo (1580-1645), Calderón de la Barca (1600-1681) o Cervantes (1547-1616) quien aportó también un toque humorístico con el uso del soneto con estrambote (verso o serie de versos que se añaden a un poema de estructura fija) y el soneto dialogado como el que se puede leer en Diálogo entre Babieca y Rocinante, en la primera parte de El Quijote.

Las reglas que rigen el soneto durante este periodo son bien precisas: se divide en catorce versos endecasílabos, repartidos en dos cuartetos y dos tercetos; de rima consonante; en cada uno de los cuartetos riman el primer verso con el cuarto y el segundo con el tercero (ABBA, ABBA) y es más libre en los tercetos con diferentes combinaciones (CDE, CDE; CDE, DCE; CDC, CDC). En su forma clásica se desarrolla como si de una novela o de una obra dramática se tratase, esto es con presentación del tema, desarrollo y conclusión.

Fueron tiempos de esplendor que no vieron continuidad ni siquiera durante el romanticismo. Sin embargo,el siglo XIX, con el modernismo,da pie a una renovación del soneto que, aunque conserva la rima anterior, adopta también otras formas (ABAB, ABAB; ABBA, CDDC); innova la métrica con versos de otras medidas; o usa en una misma poesía versos de medidas diferentes (endecasílabos y heptasílabos).

El carácter innovador del poeta modernista nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) ejerció una gran influencia en la poesía hispánica durante el siglo XX; una poesía excelente, rica y variada con figuras tan destacadas como Jorge Guillén (1893-1984); Gerardo Diego (1896-1987); Rafael Alberti (1902-1999), Miguel Hernández (1910-1942), García Lorca (1898-1936), el argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) o Neruda (1904-1973) que llegó a escribir sonetos sin rima. La posguerra española mantuvo vivo el soneto con las palabras siempre llenas de intencionada sonoridad de Blas de Otero (1916-1979) o Ángel González (1925- 2008). Leerlos, a ser posible en voz alta, es un feliz entretenimiento.

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