Lope de
Vega (1562-1635) quien trajo el soneto a España, pero sí quien con su ingeniosa
respuesta a la petición de Violante enseñó a generaciones de estudiantes las
reglas de esta forma poética: catorce versos, dos cuartetos, dos tercetos… Es
por ese juego inteligente, chispeante, lleno de intención por lo que
encabezamos con Lope de Vega la historia y selección de sonetos a lo largo de
distintos periodos.
Rastreando
en los orígenes del soneto, el camino lleva a Italia y culmina con dos figuras
del siglo XIV Dante Alighieri (1265-1321) y Petrarca (1304-1374) que en sus
poemas de amor hicieron del soneto su mejor arma, gracias a su estructura
sencilla especialmente adecuado para la exteriorización de sentimientos. La
lírica está de enhorabuena y la nueva tendencia no tarda en asentarse en
nuestro país gracias al Marqués de Santillana (1398-1458) y, sobre todo, a
Garcilaso de la Vega (1503-1536), militar, políglota, poeta de tendencia
renacentista, italianizante, que renovó la temática del soneto alternando, en
sus temas, sentimientos amorosos de clara influencia petrarquista, figuras
mitológicas y descripciones idealizadas de la naturaleza donde las metáforas
(alegre primavera = juventud; dulce fruto = amor; nieve = canas…), las
aliteraciones (repetición de letras y sílabas dentro de una palabra o frase) y
los símiles proporcionan una enorme fuerza expresiva; además innovó el tamaño
silábico del verso con el uso de los endecasílabos ganando mayor fluidez y
variedad. Poetas y dramaturgos del Siglo de Oro hacen del soneto bandera con
temáticas de todo estilo: sarcásticos, amorosos, satíricos (como el poema A una
nariz de Quevedo), morales o filosóficos. Son relevantes Lope de Vega, Góngora
(1561-1627), Quevedo (1580-1645), Calderón de la Barca (1600-1681) o Cervantes
(1547-1616) quien aportó también un toque humorístico con el uso del soneto con
estrambote (verso o serie de versos que se añaden a un poema de estructura
fija) y el soneto dialogado como el que se puede leer en Diálogo entre Babieca
y Rocinante, en la primera parte de El Quijote.
Las
reglas que rigen el soneto durante este periodo son bien precisas: se divide en
catorce versos endecasílabos, repartidos en dos cuartetos y dos tercetos; de
rima consonante; en cada uno de los cuartetos riman el primer verso con el
cuarto y el segundo con el tercero (ABBA, ABBA) y es más libre en los tercetos
con diferentes combinaciones (CDE, CDE; CDE, DCE; CDC, CDC). En su forma
clásica se desarrolla como si de una novela o de una obra dramática se tratase,
esto es con presentación del tema, desarrollo y conclusión.
Fueron
tiempos de esplendor que no vieron continuidad ni siquiera durante el
romanticismo. Sin embargo,el siglo XIX, con el modernismo,da pie a una
renovación del soneto que, aunque conserva la rima anterior, adopta también
otras formas (ABAB, ABAB; ABBA, CDDC); innova la métrica con versos de otras
medidas; o usa en una misma poesía versos de medidas diferentes (endecasílabos
y heptasílabos).
El
carácter innovador del poeta modernista nicaragüense Rubén Darío (1867-1916)
ejerció una gran influencia en la poesía hispánica durante el siglo XX; una
poesía excelente, rica y variada con figuras tan destacadas como Jorge Guillén
(1893-1984); Gerardo Diego (1896-1987); Rafael Alberti (1902-1999), Miguel
Hernández (1910-1942), García Lorca (1898-1936), el argentino Jorge Luis Borges
(1899-1986) o Neruda (1904-1973) que llegó a escribir sonetos sin rima. La
posguerra española mantuvo vivo el soneto con las palabras siempre llenas de
intencionada sonoridad de Blas de Otero (1916-1979) o Ángel González (1925-
2008). Leerlos, a ser posible en voz alta, es un feliz entretenimiento.
Maesto disculpe, ¿cuál es el título de la información?
ResponderEliminarsi cual es?...
Eliminar